Dicen que la música calma a las bestias y que cura el alma, yo creo que si no la cura por lo menos la alegra…
Hoy fue un día extraño, empezó por lo menos normal:
Se me hizo tarde como siempre, aunque hoy me desperté a tiempo.
Me decepcioné de un maestro como siempre, aunque hoy fue más descarado.
Fue día de nueva tradición: Martes de pan, aunque hoy fue colectivo.
Me sentí chinche como siempre, aunque hoy fue un poco más marcado que en días pasados.
Fue precisamente en el marco de sentirme chinche donde está la razón de este escrito, escrito de contrabando en el servicio. Y es justo aquí, sentada en una silla negra frente a la computadora donde pongo el testimonio, también escrito de lo que pasó en el mundo y por mi mente después de subirnos al camión, después de despedirnos del cuasicuñis.
Nos sentamos, tú andas apachurrada, yo también, las dos por diferentes razones, aunque tengo una teoría sobre la causa (manchas solares que sólo nos afectan a nosotras).
Hablamos de las cosas de las que a las niñas se les da tan bien hablar: la felicidad y sus derivaciones. Yo no entiendo por qué tú eres infeliz, tú no entiendes por qué yo soy infeliz, quizás la cosa no es la falta de entendimiento, ya que estoy segura de que esa sí existe, habría que corregirse, ya que creo que la cosa recae en la experimentación: yo comprendo por lo que pasas, pero no lo siento en carne propia y viceversa, de ahí el choquesito de ideologías y donde también está el sabor.
Decir que somos ambas entes extraños está por demás, sin embargo dentro de nuestras rarezas hay cosas muy normales como el miedo, la angustia y la soledad. Tú conoces una faceta de lo que soy ahora y así yo contigo. Porque aunque nos presentamos hace casi cuatro años, apenas hace uno entramos en la vida de la otra y poco a poco nos hemos metido más en éstas. Ahora somos consejeras una de la otra y al mismo tiempo no seguimos nuestros propios consejos, pero tomamos al pie de la letra el consejo de la otra; y yo ya no sé cómo le haría sin ti, porque convenientemente entraste en mi vida cuando más necesitaba una amiga; espero saber devolverte el favor.
Y hoy, hoy cuando a una persona le pasó algo terrible, tú a mí me diste un regalote: la música. Porque mi alma melómana sufría por falta de medios, y tú me los proporcionaste, así de desprendida como eres, así de desprendida como yo no soy. Por eso te quiero mucho Srita. Roncha, la chica más hippie re.negada que he conocido; porque seguro nos conocimos en los ‘60’s y repartimos flores juntas o en esas fiestas cuando tú eras gruppie de Lennon mientras yo lo era de Dylan, seguro ahí charlamos de música y quien sabe qué más.
Me cambiaste el día, y sólo porque tú dijiste me recogí el cabello y me levanté el fleco y ahora escribo esto y me siento mejor sabiendo que lo vas a leer. No sé si lo sabes, pero yo te admiro mucho y si no lo sabías, aprovecho para decírtelo.
Por que aunque hablamos de sentir soledad, somos parte del Crew interestelar, porque vamos en transbordadores que mandaron a las estrellas al mismo tiempo, entonces nos encontramos allá arriba. Y sé que si me quedo sin combustible, vas a estar ahí para ayudarme a buscar la gasolinera aunque sea a la mitad de la Vía Láctea, y sé que sabes que también se viceversea.
Ya que lo que para muchos es sólo tonos y ritmos para bailar o pasar el rato, para mí es una lucecita, un modus vivendi y operandi, y tu me lo prestaste aunque eso significará que ésta noche te será más difícil musicalizar sueños.
Simplemente, por lo que ya hemos pasado en lo que relativamente podría ser poco tiempo y lo que nos falta: viajar, vivir, buscar depa, chelear, fiestear, bailar, llorar, reír, buscar vestidos para la graduación, graduarnos, comer galletas de estreeelliiita, ir al cine, pijamadas, SOÑAR, ya que tenemos sueños compartidos, y entre nuestras burbujas de fantasías no se necesitan pasaportes.
Finalmente porque somos intercambiables: cuando tú eres la razón yo soy la locura y cuando tú eres la locura yo soy la razón.
Arsesita: ¡Gracias por todo!.